Había una vez en un tiempo no muy lejano ni remoto un lugar que albergaba mil almas a las que había que moldearlas para los peligros y los sin sabores del cruel y temido Reino de la Cruda Realidad. Pero en aquellos muros de piedra impenetrables sin que nadie pudiese percibirlo un trozo del Reino de la Cruda Realidad se instalo, tejiendo una red de calvario que los eruditos llamaron Acoso escolar. Y la red de calvario callo sobre los huesos casi infantiles de un joven. A diferencia de los héroes de capa y espada no era ni príncipe ni apuesto en ninguna medida. Un buen día las puertas de hierro se abrieron cual negras fauces de lobo y nuestro héroe entro y detrás de el las puertas se cerraron y con ellas una maldición susurrada por el silencio, sin que nadie le avisase de ello a nuestro héroe. Durante un tiempo la maldición del acoso escolar durmió en las negras soledades de algún rincón olvidado, pero solo estaba fortaleciéndose dentro de los corazones de las personas que rodeaban a nuestro héroe en aquellos muros de ladrillo y hormigón ; hasta que la maldición estallo cual negra tormenta de Otoño oscureciendo el alma de nuestro héroe. Los días se volvieron largos momentos de tortura, no solo física, sino también mental y ooohhh como sangro su cuerpo; ooooohhhh como sangro su alma inundándolo todo de una sustancia negra, pues aquello no era otra cosa que sus sueños que se habían teñido de oscuridad y mil y un temores. Y la calma se escondió en un cuarto de una casa. Y de aquel oasis, de aquel momentáneo espejismo rara vez salía nuestro héroe, salvo de lunes a viernes para ser torturado por el acoso escolar. Las historias sobre el infierno se hicieron realidad para nuestro héroe, el cual tubo que ver como los demonios de sus propios temores y miserias personales se materializaban dentro de su historia. Mil y una veces se enfrento nuestro héroe en combate singular, pero la gloria y el valor no existían en aquellos combates, solo la humillante y fría sensación del rostro tendido sobre el piso. Solo existía la humillación día tras día y casi todas las gentes que rodearon a nuestro héroe se olvidaron de el y de su historia, dándole la espalda. Y la historia de nuestro héroe se hundió en el olvido. Pero su calvario no terminaba. Cada año tubo que aguantar el ataque interminable de mil y un monstruos y de sangrantes torturas. La coraza de su alma estaba quebrada en mil añicos y teñida de manchas negras. La espada se perdió en alguna herrería olvidada, la cual al herrero se le olvido avisar a nuestro héroe para que la recogiese. El escudero y el caballo, que decir de aquellos, se fueron lejos para no ver más en que se había convertido su señor: antaño sana, ahora aparentemente físicamente sano pero mortalmente enferma su alma. No hubo amaneceres resplandecientes, ya no más. No hubo más alegría, ya no más. No hubo consuelo para nuestro héroe, ya no más........... (continuara)
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